¿Fue farmacéutico el padre de Cervantes?



En 1947, M. Shefield, publicó un artículo en el  Pharmaceutical Journal (órgano de la Real Sociedad Farmacéutica de Gran Bretaña) en el que afirmaba que Rodrigo de Cervantes, padre del célebre autor de El Quijote, había sido un farmacéutico itinerante que había llevado sus remedios de un lugar a otro.

La historiografía oficial no reconoce ese dato. Rodrigo de Cervantes (1509-1585) fue hijo del licenciado en derecho Juan de Cervantes, teniente de corregidor y juez de los bienes confiscados por el Santo Oficio, natural de Córdoba, y padeció una sordera casi total desde niño. Aprendió algo de cirugía y medicina con el padre de su madre, que era médico, y, fallecido este, con su padrastro, que también lo era, pero, a causa del carácter movedizo e itinerante de su padre Juan y de su propia sordera, no pudo realizar estudios continuados de medicina ni obtener ningún título oficial de su especialidad, aunque trabajó como zurujano (cirujano de cuota), es decir, sin titulación. Se casó con doña Leonor de Cortinas, rica hacendada con bienes en Arganda del Rey (Madrid). El matrimonio tuvo seis hijos, el cuarto de los cuales fue Miguel de Cervantes.

No obstante, existen elementos para no rechazar de plano la supuesta condición de boticario del padre de Miguel de Cervantes, matizando y contextualizando el ejercicio de las profesiones sanitarias en la Castilla del siglo XVI. En Museo Casa Natal de Cervantes  en Alcalá de Henares (domicilio en consecuencia del matrimonio Rodrigo Cervantes – Leonor de Cortinas)  se exhibe la “botica o cámara de Rodrigo de Cervantes”. Tratándose de un zurujano, que fundamentalmente practicaba sangrías para extraer los malos humores, se observa un sillón adecuado para llevarlas a cabo y, por supuesto, lancetas. Se ven, igualmente, botes de farmacia de Talavera, orzas, cajas para píldoras y almireces. Con ello se hace referencia  a que médicos y zurujanos de aquella época, en muchas ocasiones, elaboraban sus propios fármacos. La medicina de tradición galénica que se practicaba entonces consideraba que la enfermedad se asociaba al desequilibrio de los cuatro humores  (bilis negra, bilis, flema y sangre) y para restablecer el equilibrio se recurría a los purgantes, lavativas y sangrías. Las sangrías eran incisiones que se hacían en varias partes del cuerpo, pero los purgantes y otros medios eran preparados por el mismo zurujano.

De hecho, “El Quijote” es un magnifico referente de medicina con múltiples casos muy bien descritos. Explica el historiador cervantivo Lúdovik Osterc, que Richard Blackmore, poeta inglés del siglo XVII y médico de cámara de Guillermo III, pidió consejo a su famoso colega Sydenham, apodado el Hipócrates inglés, sobre que libro debería leer para aumentar sus conocimientos profesionales, a los que Sydenham respondió sin vacilación: “Leed el Quijote".

Pablo Martínez Segura, 28-08-2015.


Publicado en el Blog del COFM el 17-09-2015

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