El 29 de octubre de 2019, invitado por Daniel Pacheco, presidente de la Sección de Farmacia del Ateneo de Madrid, participo en este homenaje a Pedro Malo.
ESTAS FUERON MIS PALABRAS: Pedro Malo, eterno enamorado de la Farmacia. Entre septiembre de 1995 y diciembre de 2007 Pedro Malo fue la firma más prestigiosa y amena de MUNDO FARMACÉUTICO, la revista mensual de Cofares de la que fui redactor y coordinador general durante 26 años (1992 - 2018). Pedro era lo que se llama un excelente relator, un contador de historias. Sabía mezclar la dosis adecuada de anécdotas personales y perspectiva general como para despertar el interés y no aburrir a nadie. Esa habilidad la utilizó en los, posiblemente, miles de artículos en los que a lo largo de más de cincuenta años reflejó la crónica de la Farmacia española y muy concretamente de la madrileña. Nadie podrá aproximarse a la Historia de nuestra Farmacia en la segunda mitad del siglo XX y no contar con él. Pero esa habilidad como escritor, arte incluso, no fue para Pedro más que una herramienta para su auténtico leitmotiv, con el que conseguía contagiar entusiasmo: su amor por la profesión farmacéutica. Hay muchas y muchos farmacéuticos vocacionales, que inician la carrera con gran ilusión, que la ejercen con mucho gusto, pero que, salvo excepciones, no pueden evitar en algún momento sentirse fatigados, quemados, decepcionados por los muchos reveses que es necesario encajar en nuestro mundo. Pedro, de ahí su mérito, no era así. Él seguía enamorado después de sesenta años como el primer día, aportando la fuerza de su cariño y apoyándose, según el caso, en los paladines o trovadores de ese amor profesional que se encontraba por el camino. Para reforzar los vínculos lo más posible, recurría a su enciclopédico conocimiento de la endogamia profesional, y no dudaba en recordarles a algunos los compromisos o las promesas formuladas. Las crónicas de Pedro Malo siempre fueron cartas de amor a la Farmacia. Por su elegancia y educación exquisita mantuvo siempre las formas con sus discrepantes, pero no podía apagar el fuego de esa pasión profesional y pobrecillos… los trituraba dialécticamente. Sirvan como ejemplo de todo lo dicho la propias palabras de Pedro. Este es un fragmento de su última colaboración en MUNDO FARMACÉUTCIO, Nº 210, de diciembre de 2007: “No es más feliz el que mejor farmacia tiene. Si la tuya te permite vivir solo dignamente e incluso con apurillos, vívela alegremente, pues una de las bases de la felicidad es amar la tarea que realizamos, y aún mejor cuando cumples una función útil a tus semejantes: Serás más apreciado porque la falta de riqueza te acerca a la necesidad y el dolor ajenos. No hagas nunca alarde de tu posible prosperidad, y mucho menos si esa prosperidad va acompañada de una ausencia en tus deberes. El absentismo de algunos farmacéuticos listillos que presumían de ir a su botica solo a hacer caja, ha hecho mas daño a la profesión y a su prestigio que las peores disposiciones gubernamentales. No envidies a los que por diversas circunstancias -en las que no suele entrar la valía profesional– superan tu raquítica economía. Y no busques mejorar de posición mediante prácticas que dañen a tus compañeros; ese daño, a la larga se volverá contra ti. No te opongas a la apertura de una nueva farmacia próxima a la tuya si sabes que legalmente tiene derecho a hacerlo. Podrás retrasarla usando recursos y trabas que solo favorecen a quienes tramitan el litigio, pero medita bien si los beneficios obtenidos durante esa demora te compensan del distanciamiento que siempre marcará tu relación con el compañero vecino, pues algunas cosas nunca se olvidan.
Si tus méritos científicos, políticos o culturales te hicieron alcanzar una posición prominente en la sociedad, no reniegues jamás de tu condición de farmacéutico; de hacerlo estarás traicionando el rango de unos estudios que sabes tienen gran altura (aunque la mayoría de los titulados ejerzan funciones de menos nivel, pero dignas y absolutamente necesarias). El ampararte en especialidades que engloba la carrera de Farmacia, como bioquímico – especialmente elegido -, farmacólogo, botánico, etc., solapando tu genuina titulación como si te avergonzase llamarte lo que eres, roba prestigio (por lo pronto, el tuyo) a la preparación que recibiste y te aleja afectivamente de tus compañeros. Piensa que alguno con expediente académico superior al tuyo, ejerce ahora como sencillo boticario por haberse hecho, prematuramente, cargo de la farmacia del fallecido padre y sacar adelante a su familia; o quizá no tuvo las oportunidades que a ti te favorecieron para llegar más lejos. Sé modesto, verdadero y natural, porque la categoría de un gran hombre se manifiesta en su sencillez”.
Pablo Martínez Segura.
Homenaje a Pedro Malo en el Ateneo de Madrid el 29-10-2019
Libro de Ediciones Panacea recogiendo este homenaje, editado con la colaboración del Consejo General de Colegios de Farmacéuticos y el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid en 2020.
Texto de Pablo Martínez Segura en las páginas 22 y 23.
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